Día 122
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
Elizondo, Salvador: Farabeuf. México,
FCE, Colección Popular (Séptima edición), 2009.
Elizondo, Salvador: Farabeuf. México,
FCE, Colección Popular (Séptima edición), 2009.
Pensar en estos tiempo
sobre el cine es habitual, pero en el que es en blanco y negro es poco común.
Los colores nos han abarcado e inundado.
“ […] Estas imágenes casi siempre van
acompañadas de música cuando los personajes no hablan, cuando sólo es dado
contemplar sus rostros insistententemente en esa oscuridad aparentemente
silenciosa, pero que, sin embargo, está llena de rumores y del sonido que hacen
los cuerpos en la quietud . (p. 95)
Al leer esta pequeña cita,
no dejo de pensar en que para nosotros este tipo de películas ya son raras. Por
ello, ahora que lo pienso fríamente, la reciente película, ganadora de mejor
película en los recientes Oscares, El Artista,
causó conmoción, como lo que llegado a comentar, no por sus grandes
actuaciones, ni siquiera por la excelente actuación de la mascota, sino porque
ahora el cine mudo en blanco y negro es la novedad.
Curiosamente esto me lleva
a que todo aquello que en un tiempo es considerado como algo común, y en muchas
ocasiones poco novedoso, con el paso de los años de clásico que convierte en
retro. No dejaría de ser interesante investigar cómo se dan estos fenómenos del
continuo regresar al pasado, ya fuera en el cine o en otros ámbitos.[1]
[1] La
ilustración mostrada fue tomada de http://www.chilango.com/cine/nota/2012/02/17/ya-estreno-el-artista
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