Día 365+363
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
¿Te
casarías con una persona de tu mismo género? Esto claramente es según la
preferencia sexual que se tenga, pero ¿te casarías con alguien más chico o más
grande que tú? O ¿Si tienes una licenciatura lo harías con alguien que sólo
tiene la primaria? O ¿Si eres rico con un pobre o viceversa? Las respuestas a
todas estas preguntas también depende de lo que se elija, pero no debemos
olvidar que nuestras elecciones están mediadas por lo que nos enseñaron, y en
último caso decidimos creer, que deben ser las cosas. Por ejemplo: no es mal
visto que un hombre mayor se case con una joven, pero no pasa lo mismo a la
inversa.
“[…] La
diferencia de sexos implica a menudo diferencias de edad, de educación, de
situación, que no permiten ningún entendimiento real: aunque familiares, los
esposos son, no obstante, extraños. […]” (p.430)
Yo creo que el
mayor obstáculo para que las parejas disparejas, por llamarlo de alguna forma,
sean realmente estables y alcancen la felicidad es la educación moral misma,
porque si una pareja que compaginan bien, pero por ella ser mayor no aceptan
ellos mismos dicha unión, entonces se está poniendo por delante los prejuicios
sociales. Ahora, si pensamos en que sí somos seres individuales, distintos y
únicos es de esperar que habrá cosas en las que definitivamente no estaremos de
acuerdo, pero habrá otras en las que sí lo estaremos, y aquí sólo dependerá de
si decidimos estar juntos con dicha persona o no, no por lo que nos dijeron que
no teníamos que hacer, sino porque es algo que no nos he conveniente, ya
que el nivel académico y cultural o no
es lo que primeramente separa a los enamorados. [1]
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