viernes, 20 de julio de 2012

La desvelada


Día 129
Comentando lo que me despierta la lectura de:
 Nehmad, Grace: Pérdida deseada. México,
Resistencia, 1998.

Como no recordar esas constantes develadas, una tras a otra, porque la película estaba buena y empezaba otra por televisión por cable, o porque había exámenes o por platicar por el teléfono fijo con el novio o amigos, etc. Después por la fiesta, los trabajos, las pláticas con una u otra persona y ahora por el bebé. 


“[…] A la mañana siguiente, José María pagaba el precio de no poder conciliar el sueño hasta la madrigada y de soñar dormido y despierto, pues se resistía a la sacudidas de su madre quien, siempre con prisa, quería estar ya en su trabajo.” (p. 45)


Sea como sea, siempre vive uno, por lo menos un gran tiempo de nuestra vida, desvelado. Esas desveladas que parecen “crudas” porque uno, al otro día, tiene mucha sed y deseos de permanecer bien abrigado, y todo gracias al resultado de esta vida nocturna. Sea como sea, es algo que todos padecemos o padeceremos, aunque no creo que para todos sea un problema, pero si un desgaste.

Bueno, por ahora termino esta pequeña entrada, digo, por si tienes una fiesta y hay desvelada, ¿verdad? Y mañana, feliz resaca.[1]
















[1] La ilustración mostrada fue tomada de http://malaimagen.blogspot.mx/2008/02/desvelado.html

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