Día 162
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Huxley, Aldous: Un mundo feliz. Madrid, El mundo (Millenium), 1999.
Huxley, Aldous: Un mundo feliz. Madrid, El mundo (Millenium), 1999.
Cuando pensamos en lo
que significa ser un ser humano, es inevitable pensar en que somos una especie
pero que al mismo tiempo somos únicos e irrepetibles.
“ […]El asesino sólo mata al individuo, y, al fin y al cabo, ¿qué es un
individuo? —Con un amplio ademán señaló las hileras de microscopios, los tubos
de ensayo, las incubadoras—. Podemos fabricar otro nuevo con la mayor
facilidad; tantos como queramos.[…]”
Este es uno de los
temas que recuerdo haber escuchado sobre la cuestión de la clonación, el hecho
de que al ser clonados ya no seriamos únicos, sino que como lo acabamos de ver
en la cita, el individuo como tal, pierde su valor porque puede ser “recreado”
las veces que sea necesario. Ya no importando su autenticidad y pieza única,
sino el que se puede llegar a tratar como cosa que se puede reponer, emplazar,
fabricar. Así que este tema de la clonación es algo que bien vale la pena
estudiar a más profundidad, en especial en sus implicaciones sociales y
morales. Espero poder hacerlo en otro momento.[1]
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