Día 283
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Zapata, Luis: El vampiro de la colonia Roma
(Las aventuras, desventuras y sueños de Adonis García),
México, Debolsillo, 2012.
Zapata, Luis: El vampiro de la colonia Roma
(Las aventuras, desventuras y sueños de Adonis García),
México, Debolsillo, 2012.
Todos viviremos en
carne propia la muerte, pero también hemos vivido o viviremos la muerte de
alguien más. El momento está lleno de sentimientos de tristeza, dolor,
melancolía que no nos deja ni un segundo, y esto se agudiza si la persona
difunta es alguien muy cercano como
novios, padres, abuelos, hermanos, etc.
“[…]
de un derrepente nomás llega la muerte
y ya se los lleva son que sepas ni cómo son que te puedas explicar nada es algo que no alcanzas a entender que una persona a la que estás viendo
constantemente un día ya no la vas a ver que un día ya va a estar así bajo tierra
y tú acá arriba como si nada […]” (p.19)
Pero esta sensación
de extrañeza ante la pérdida de alguien es tal que llegamos a dudar del suceso
mismo; sentimos que bien puede ser una broma o una pesadilla de la cual en
cualquier momento despertaremos y despertará nuestro fallecido. Todo parece una
película de mal gusto que sólo con el tiempo nos damos cuenta que no lo es, y
que nada volverá a ser igual.[1]
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