Día 319
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Benítez Reyes, Felipe: Tratándose de Ustedes,
Barcelona, Túsquets Editores, 2002.
Benítez Reyes, Felipe: Tratándose de Ustedes,
Barcelona, Túsquets Editores, 2002.
Seguramente has
tenido la oportunidad de visitar una librería, o biblioteca, en donde sus
habitantes huelen raro, no digo que mal, sólo que es un olor difícil de
aceptar, para muchos, pero para otros el deseo de tomarlos y devorarlos, aunque
esto sea sólo en sentido metafórico.
“La
librería anticuaria El Globo olía a galeón de papel y a tinta difunta. Los
volúmenes se alienabas en sus estanterías como náufragos puestos a secar, y
todo parecía desprender humedad de letras rancias.” (p.13)
Todo esto me hace
pensar cuando tengo un libro nuevo. Me gusta verlos antes de abrirlo, porque
son como productos herméticamente cerrados. Ya cuando los abre uno, desprenden
un agradable olor a la tinta y at Tomarlo entre los dedos para ojearlo, y
olerlo al mismo tiempo, es una de las cosas que más me gusta hacer. Ahora que
si se trata de un libro usado, y en especial viejo, la cosas no varía mucho.
Decimos que huele ha
guardado; si no entendemos dicha expresión es porque nunca hemos visitado una
librería de libros viejo. Es un olor tan característico que lo podríamos percibir
desde lejos; esto hace que amemos la lectura, o que la odiemos. Los libros
apestosos no son basura, son arte, que suele llegar a ser igual o más caros que
unos nuevos. Así que si de leer se trata, no importa que sean libros viejitos;
al final esto es sólo un aroma que no intervendrá en nada al interés por leer.[1]
[1] La imagen fue tomada de http://actualcurioso.blogspot.mx/2010/03/el-olor-de-los-libros-antiguos.html
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