Día 365+17
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Piera, Gustavo: La travesía. 18 claves para llegar a buen puerto. Barcelona, Alienta Editorial, 2006.
Piera, Gustavo: La travesía. 18 claves para llegar a buen puerto. Barcelona, Alienta Editorial, 2006.
Es curiosa, no digo que inusual, pero con respecto a la juventud
me pasa algo muy similar como el caso de la maternidad, no es algo que acupe mi
mente, y aunque ahora ya soy madre, en su momento no pensaba en querer serlo,
simplemente (llegando a cierta edad) ya no era algo que me preocupara ni
ocupara, es como si tuviera que llegar cuando llegó. Como lo comenté, me pasa,
en este momento, lo mismo con la juventud. No siento como si por no estar en el
reventón, se me acabara la misma. Es algo que creo que en algún momento se nos
acaba pero no por ello quiere decir que somos ni mejores no peores, sólo en una
etapa distinta de la vida.
“[…] Los medios de comunicación nos están convenciendo de
que la mejor etapa de la vida es la juventud, así que debemos acabar con lo que
sobra: la niñez, la madurez y la vejez. […]"(p.12)
Y aunque efectivamente estoy de acuerdo con la anterior
referencia, me siento contenta de no estar atrapada en ese círculo de la eterna
juventud.
Soy partidaria de decir: de esa agua no he de beber,
porque en el momento menos pensado estamos en lo que juramos no hacer, pero el
no estar aferrada a ser joven, porque siento que es así, libera a mi alma de un
gran peso. No persigo la juventud por medio del físico, y aunque estoy convencida
que hay viejo de edad pero jóvenes de alma, también los hay al revés. ¿A cuál
pertenezco? Espero que no a los segundos, en especial si de esto dependerá el
tipo de imagen que tendrá mi hijo en su educación.[1]
[1] La imagen fue tomada de http://www.guiainfantil.com/blog/960/la-comunicacion-y-el-vinculo-del-papa-con-su-bebe.html
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