viernes, 15 de noviembre de 2013

De las abuelitas

Día 365+248
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.




Recuerdo con mucho amor a mi abuela materna, tengo claro en mi memoria como ella nos limpiaba, nos alimentaba, nos daba órdenes de qué hacer y que no, ella es un gran ejemplo de cómo debería ser una abuelita ideal. Claro está que como ella muchas hacen lo mismo, lo que debieron de hacer porque era lo que marcaba la norma social; sé que muchas de nuestras abuelas murieron contentas por haber dado lo que les fue marcado desde sus madres. No es criticable ello sino el por qué se les impuso en rol como se les impuso.



“[…] detrás de la Madre santificada, se apretuja la cohorte de magas blancas que ponen al servicio del hombre los jugos de las hierbas y las radiaciones astrales: abuelas, viejas con ojos llenos de bondad, sirvientas de gran corazón, hermanas de la caridad, enfermeras de manos maravillosas […] (p.178)



Y ¿qué pasa con las abuelas en la actualidad? Como lo dije antes, sé que hay muchas como la mía, pero también sé que hay algunas, que regularmente trabajaron para mantener a sus hijos, que ya no actúan de la misma forma. Estas últimas abuelitas son tachadas en muchas ocasiones como malas, inhumanas, enojonas y poco agradecidas por lo que les dio la vida, pero en realidad es que nuestros parámetros de lo que debemos ser están cambiando para bien o para mal, y no debemos de calificarlas por su grado de sumisión, como buenas  o malas, sino por sus valores. ¿No creen?[1]
















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