Día 365+247
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
La
televisión en gran parte del mundo tiene influencia en sus espectadores, aunque
no en todos por supuesto, y en especial en las mujeres porque al ser el género
que mayormente se dedica a las labores del hogar, los dueños de dichas empresas
hacen programas a su gusto, o a su manipulación. ¿Qué es lo que más agrada a
las amas de casa? Así es, seguramente lo que estas pensando es en las
telenovelas; en esas historias que casi nos las sabemos de memoria, pero que
siguen causando gran impacto. Los elementos son, como ya sabrás, la buena que
es maltratada por un malo o una mala, osea, la lucha del bien contra el mal, de
la moral contra lo inmoral.
“[…] En todos
los países, leyendas y cuentos han encarnado también en la segunda esposa el
aspecto cruel de la maternidad. Es una madrasta la que busca la muerte de
Blanca Nieves.[…] (p.178)
Seguramente
te sabes esta historia, que se ha contado hasta el cansancio y que seguramente
seguirá siendo así, porque esta forma de relacionarnos, de valores y estereotipos
van agarradas de la mano con lo que nos enseñan, no que nos influye y nos
demarca como hombres, mujeres, madres, hijas, suegras, madrastas, padrastros,
etc.
Las
madrastas son malas, perversas, enojonas y envidiosas, y con esta bandera son
tratadas, por lo menos de entrada, porque es lo que se supone deben de ser. Y
en el caso de los padrastros también se tiene todo el perfil, son cuscos,
mujeriegos, abusivos, etc. Por suerte no todo en la realidad es influenciable y
hay madrastas y padrastros que rompen con el molde.[1]
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