Día 365+291
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
En
una familia machista podemos notar que no se les educa igual a los niños que
las niñas; los niños no hacen quehaceres del hogar, las niñas sí; ellos no
deben llorar, ellas son débiles; a ellos se les enseña que son irracionales,
instintivos más salvajes, mientras que a ellas se les dice que son todo lo
contrario. Así que la vida de unos y de otros transita por un mismo sendero
pero con miradas diferentes. Ellas tiene que tener un esposo para valer, ellos
pueden darse en lujo de tener a una esposa, pero si no los complace la puede
abandonar.
“Ciertamente,
el adolescente también sueña con la mujer, la desea; pero ella no será jamás
sino un elemento de su existencia: no resumen de su destino […]” (p.269)
Si una niña ve que su mamá, sus abuelas, tías, primas,
hermanas, y demás mujeres que la rodean son siempre y cuando tengan un hombre a
su lado, y además es lo que se les enseña, es lo que ella deseará. Si un niño
ve que su papá, abuelos, tíos, primos, hermanos y demás hombre que lo rodean
ven a las mujeres como algo extra, como parte de su propiedad, que bien puede
cambiar como lo hacen con sus pantalones, es de esperarse que aprenda eso. Para
ellas los hombre son su destino, su ser, su todo; para ellos, las mujeres son
sólo algo más en su vida, un agregado que no los define, sólo los complementa.
La diferencia es abismal porque para las mujeres es todo ellos y para ellos las
mujeres son algo, como cualquier otra cosa más. Yo creo que en este punto es
donde realmente se da la diferencia abismal, en un sistema machista, entre ser mujer y hombre, es una diferencia
elemental que ante los ojos de alguien externo suena sencillo de resolver, pero
para alguien que nació, creció y se desarrolla en un sistema machista lo es
todo. ¿Qué opinas al respecto?[1]
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