Día 95
Lectura:
Fuentes, Carlos: Las buenas conciencias.
México,
Planeta DeAngostini (Colección Carlos Fuentes), 2002.
Planeta DeAngostini (Colección Carlos Fuentes), 2002.
Estamos
en la época de la rapidez: comida rápida, lectura rápida, bodas rápidas… todo. Ya
no importa qué tanto se disfrute o signifique, ni lo que dure, si no que quite
el menos tiempo posible. Estamos atrapados en una esfera en donde no importando
de que se trata, vamos a un ritmo acelerado, y el que para se queda en el
camino, o eso es lo que se cree.
“ […] el mundo que nace pronto, vive pronto,
muere pronto. […]” (p.80)
Si
pensamos en lo que llamamos ser precoz, seguramente se te vendrá a la mente de
inmediato, una persona que empieza a tener
a edad muy temprana relaciones sexo genitales. Pero yo creo que se puede
aplicar a otras cosas también, por ejemplo, cuando un niño a muy corta edad, ya
está involucrado o hablando como los adultos de temas, o problemas, que
seguramente ni entiende. O que la visten como si fuera adulta.
Pero
lo que rápido empieza, rápido termina. Si lo pensamos de este forma suena
lógico, porque ese en el ritmo en el que va. Y si lo aplicamos al revés
¿también aplica? ¿Lo que tarde de hacerse, tarda también en morir? ¿Crees que
algo puede no ser así? ¿Qué el ser precoz, en lo que sea, no lleva a que rápido
también acabe? Yo ahora apuesto por lo lento, porque antes, en mi edad de
adolescente eral al revés.
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