Día 138
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
Huxley, Aldous: Un mundo feliz. Madrid, El mundo (Millenium), 1999.
Huxley, Aldous: Un mundo feliz. Madrid, El mundo (Millenium), 1999.
Pensar en que
alguien, o varios, en algún momento podrían tener un plan tan malévolo que
pensaran el homogeneizar a todos los que habitamos el planeta, suena macabro.
El poder tener la posibilidad de crear a X cantidad de clones de una o varias
personas, es algo por ahora imposible, pero no sabemos si será imposible para
siempre.
“<<Guardería infantil. Sala de
Condicionamiento Neopavloviano>>, anunciaba el rótulo de la entrada.” (p.41)
Si el pensar en una
clonación masiva es terrorífico, el imaginar que además seamos acondicionados
para que nos gusten o no ciertas cosas, sí es cosa ya del mesmésemo demonio.
Lo que nos distingue en
este mundo loco, es que somos únicos e irrepetibles, porque por más que hayamos
heredado características de nuestros padres, no somos idénticos a ellos. Qué
cosa tan terrible pensar que esto ya no fuera así, que si llegara a ser posible
la clonación exacta, ya no seríamos tan únicos, ahora tendríamos gemelos
(clones) y entre ellos y nosotros no habría diferencias. Pero que además fuéramos
sometidos a acondicionamientos (como los conocidos perros de Pávlov[1])
que delimiten nuestros gustos es más que de terror. O ¿te gustaría tener un
clon adiestrado en sus gustos?[2]
[1] Si
quieres saber un poco del tema visita http://es.wikipedia.org/wiki/Iv%C3%A1n_P%C3%A1vlov
[2] La
ilustración mostrada fue tomada de http://elbustodepalas.blogspot.mx/2010/06/cuando-empezamos-producir-saliva-el.html
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