Día 134
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
Rodríguez, Rosaura: Madre sólo hay una… papas hasta en el mercado. México, Editorial Cordillera de los Andes, 2001.
Rodríguez, Rosaura: Madre sólo hay una… papas hasta en el mercado. México, Editorial Cordillera de los Andes, 2001.
Continuar con esta
lectura ha sido complicado, porque no he podido dejar de leer exageraciones,
descalificaciones, molestias, desgracias, etc., ante el tema del embarazo. Es
como si esta etapa en una mujer, fuera peor que una maldición, la peor de las
desgracias de la humanidad.
“Del miedo al parto ni hablar, porque
ellas no podían temer a algo tan natural como dar a luz. Mucho menos cuando era
un tema totalmente desconocido. En esa época la ignorancia era la mejor arma de
la mujer y como no sabían, pues no se preocupaban-[...]” (p. 50-51)
Yo creo que si comparamos
lo que vivían nuestras abuelitas, con la actualidad, el panorama sí era diferente, porque la
cultura y costumbres también eran otras. Pero de ahí a que digamos que la “ignorancia”
ante el parto era la mejor aliada de la mujer hay un gran abismo, de lo cual
podemos deducir que entonces el saber es una desgracia que nos condena a la
preocupación, y que es algo radicantemente
distinto. Primera porque no creo que las mujeres de todos los tiempos, como
cualquier ser humano, careciera de lógica. Y sólo por esta cuestión, creo que
sabiendo o no sabiendo lo que se vivirá en un parto, no nos deslinda de no
tener miedo a lo no conocido. El no saber detalles del momento del parto, no
nos aparta de imaginar que de alguna manera saldrá lo que llevamos dentro, y
que esto conlleva dolor, aunque no sabemos cuánto y en dónde. [1]
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