Día 222
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Gottschalk, Maren: Reinas (Cinco soberanas y sus biografías), México, FCE (A través del Espejo), Trad. Ofelia Arruti 2010, 2003.
Gottschalk, Maren: Reinas (Cinco soberanas y sus biografías), México, FCE (A través del Espejo), Trad. Ofelia Arruti 2010, 2003.
“[…] Leonor necesita una protección masculina
y por su parte, Luis VI quiere asegurar el futuro de su hijo y de su familia […]”
(p.16)
Así que trataré yo
también de ser justa con lo que leí. Noto que la reina Leonor fue una
mujer que sabía comprometerse con su
cargo social y político, y que para muchas cosas no necesitaba a un hombre a su
lado, no por lo menos para protegerla, sino para engrandecerla, y es por ello
que decide divorciarse la primera vez (suceso penado por la Iglesia en ese tiempo)
en busca de mejores y mayores intereses. Así que en el momento es que se casa
por segunda vez y tiene ocho hijos de ese matrimonio, y dos del anterior, está
más tranquila al tener a quien heredar. En el momento en que su nuevo marido
enloquece, le quita el poder que tenía y la persigue para mantenerla aislada
por muchos años, no le trunca su poderío. Al morir el rey ella sabe que tiene
que retomar las riendas de lo que siempre fue: una reina del poder, guiando a
sus hijos hasta el fin de sus días.
Siento que lo que
notaré a lo largo de estas historias es el dominio de lo masculino, y la inteligente
intromisión de lo femenino en lo que parecería un mundo en donde ellas no tenían
cabida, pero dejan rastros por todos lados, como es el caso de Leonor, el Águila
de dos Cabezas.[1]
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