Día 249
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.
Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.

“[…] Concentrada en
su arriesgado viaje, se había olvidado de la comida. Pero aquel que no piensa
en el cuerpo se convierte más fácilmente en su víctima. Era terrible
encontrarse delante de Tomás y oír a sus propias vísceras hablar en voz alta.”
(p.43)
Seguramente te ha
pasado lo mismo en algún momento, estando con el novio, en una cita de trabajo,
al lado de los amigos, etc. Porque, efectivamente, si no escuchamos a nuestro
cuerpo de lo que necesite, seguramente este se hará presente o por si solo,
porque recordemos que tenernos necesidades básicas que si no son saciadas,
corremos riesgo de morir, como es el caso de la comida.
Si nuestra mente está
todo el día en múltiples actividades, y no ha tenido tiempo ni para ir al baño
o comer, el cuerpo llega un momento donde se revela y exige nuestra atención.
Suena como si mente y cuerpo estuvieron separados y en distintos sitios, pero
como todos sabemos esto no es así. Así que no olvidemos a nuestro cuerpo por
culpa de nuestra mente, ni que nuestra mente se aleje demasiado de darle lo que
el cuerpo necesita, porque si no, seguro tendremos rugidero de tripas.[1]
[1] La imagen fue tomada de http://literatura-uat.blogspot.mx/2009/02/directriz-de-la-semana-tripas.html
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