Día 253
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.
Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.
¿Qué es lo que nos
impulsa a levantarnos, trabajar, estudiar, divertirnos, vivir? Biológicamente nuestro
cuerpo está activo, el corazón late y nuestro cerebro tiene actividad neuronal,
con sólo esto podemos estar vivos, aunque tuviéramos algún daño cerebral o no
todas las extremidades y que dependiéramos total o parcialmente de los demás;
esto no impediría que tuviéramos “eso” que nos da el impulso para vivir y
convivir, porque puede haber alguien que biológicamente este al 100% de su
capacidad físicas pero psicológicamente no, la depresión impide sentir ánimo
por la vida hasta que poco a poco se va muriendo por dentro. Todo esto suena
trágico pero es real.
“Una chica que, en
lugar de llegar <<más alto>>, tiene que servir cerveza a borrachos
y los domingos lavarles la ropa sucia a sus hermanos acumula dentro de sí una
reserva de vitalidad que no podrían ni soñar las personas que van a la universidad
y bostezan en las bibliotecas. Teresa había leído más que ellos, había
aprendido de la vida más que ellos, pero nunca serpa consciente de eso. Lo que
diferencia a la persona que ha cursado estudios de un autodidacta no es el
nivel de conocimiento, sino cierto grado de vitalidad y confianza en sí mismo.”
(p.58)
La cuestión que me
surge en seguida: ¿es necesario padecer, sufrir esforzarse y/o vivir lo que se
supone no se debería, para tener esta vitalidad y confianza en si mismo? Sé que
hablar de universal es peligroso, así que no puedo decir que en todos los casos
sea así, sería una falsedad, pero sí he visto casos de infancias y
adolescencias difíciles que los han llevado a abrirse paso por la vida de
formas extraordinarias, valoran más los esfuerzos, cosas materiales y no se les
cierra el mundo por cosas insignificantes
aunque, por desgracia, no siempre se valora debidamente esta gran
cualidad (como lo dice en la nota).
Así que todo podría
indicar que la diferencia radica entre vivir la vida o estudiarla, el eterno
problema entre lo teórico y práctico. ¿Qué es mejor? ¿Experimentar o verlo todo
desde los libros? Los extremos son de cuidado, y el punto medio es difícil de
obtener. Aún así yo me inclinaría más por buscar un equilibrio y a una edad
temprana ayudarle a los niños a obtenerlo, aunque esto implica una madurez de
los padres y condiciones apta para ello, que no siempre se tiene.[1]
[1] La imagen fue tomada de http://marcelacinta.blogspot.mx/2011/12/queda-prohibido.html
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