Día 281
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.
Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.
Una de las preguntas
que actualmente, bueno ya desde hace algunos años para ser sincera me aquejan
en mi vida son: ¿Por qué o para qué vivo? ¿Qué es lo que vine a hacer en la
vida? y no sé si sea sólo mi percepción, pero por más que busco las respuestas a
dichas cuestiones, más perdida me siento. ¿Será que tengo expectativas irreales
o que no logro entender qué es lo que vine a hacer? Que envidiable, para mí,
aquellas personas que dicen saber para qué son buenas y deciden hacerlo de por
vida, porque me hacen pensar que ya saben su rumbo, su meta, pero también creo
que el sentir un solo objetivo en la vida hace que uno cierre oportunidades a
otras que a lo mejor pensábamos que no éramos para nada buenos.
“- Teresa –dijo Tomas-,
¿no te has dado cuenta de que aquí soy feliz?
- Tú misión era operar –dijo.
- Teresa, la misión es
una idiotez. No tengo ninguna misión. Nadie tiene una misión. Y es un gran
alivio sentir que eres libre, que no tienes una misión.” (p.315)
La anterior cita me
hacer recordar la concepción del destino en Grecia, en donde se pensaba que
cada hombre ya tenía un camino marcado, elegido por los dioses del Olimpo, y
que por más que lo deseara, o intentara cambiar, se cumpliría (como el caso de
la tragedia de Edipo Rey).
Pero ¿realmente
tenemos una misión que cumplir en la vida, algo como parte de nuestro destino o
es algo que elegimos? Cuando me cuestiono esto, no pienso en que nacemos con “dones”
sino en que los podemos desarrollar. Pienso en la película infantil de
Ratatouille, y el lema de “cualquiera puede cocinar”, yo creo que es así,
cualquiera puede ser lo que desee ser por no depende en muchas ocasiones de
nuestras capacidades naturales, sino de lo que nos esforzamos por hacer; me
podrán decir que qué pasa con las personas con alguna discapacidad y yo digo que
sólo basta con ver los paraolímpicos y darnos cuenta que las reales
incapacidades son mentales que físicas.
Con esta entrada doy
por terminado este gran libro, lleno de reflexiones filosóficas. Concluyo pensando
que lo que para muchos es insoportable las cosas por ser leves, ligeras, tal vez
en realidad sea lo que nombramos felicidad. [1]
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