miércoles, 9 de enero de 2013

En la cárcel


Día 302
Comentando lo que me despierta la lectura de:
 Sheldon, Sidney: Si hubiera un mañana,
Buenos Aires, Émece editores (La nación), 2009.



Todos sabemos que cuando una persona llega a la cárcel es porque cometió una falta, aunque por desgracia hay muchas personas que no son culpables y están ahí, pero no todas las faltas son las mismas. Claro que hay grados de maldad, y los motivos por los que se llegaron a cometerlos, aunque no son justificables, sí son en muchos casos comprensibles.


“-Acuéstate en la camilla y coloca los pies en los estribos.
La mujer vaciló.
-¡No tengo todo el día!
El inspector le insertó un espéculo en la vagina. A medida que la revisaba, le preguntó:
-¿Tienes una venérea?
-No.
-En seguida lo sabremos.
Le tocó el turno a la siguiente. Cuando el doctor estaba por introducirle el mismo espéculo a la segunda chica, Tracy grito:
-¡Espere un segundo!” (p.51)


En una cárcel ¿es necesario usar tanta deshumanización? Claro que no es un hotel, ni un parque recreativo, pero no dejamos de ser personas, seres humanos, y sobre esto no debería pesar el maltrato injustificado. ¿Es justo tratar igual a un violador que a un ladrón, por ejemplo? No lo sé.


Yo nunca he estado, y espero no estar, en una cárcel, pero sé que en muchas situaciones la realidad supera a la ficción, y que las cosas son más escabrosas de los podemos imaginar. [1]






[1] La imagen fue tomada de http://psiqueyeros.wordpress.com/dando-una-mano/%C2%BFcomo-salir-de-la-carcel-asfixiante-de-las-expectativas-ajenas/

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