Día 365+76
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Funke, Cornelia: Las gallinas Locas. El secreto de la felicidad. (Traducción del Alemán: María Alonso) Barcelona, Ediciones B, 2006.
Funke, Cornelia: Las gallinas Locas. El secreto de la felicidad. (Traducción del Alemán: María Alonso) Barcelona, Ediciones B, 2006.
¿Recuerdas tus primeras fiestas? No me refiero precisamente
en las que los papás nos llevaban, sino aquellas en las que después de mucho
rogar, de ir con uno y otro, de hacer una serie de quehaceres y convencerlos en
el último momento te permitían ir, pero no sin antes preguntar quién estaría, si
habría adultos, y pedirte puntualidad en la hora de llegar a casa. Seguramente
ahora sí pensaste en alguna.
“[…] Mona nos ha
dado permiso para ir, pero pasará a recogernos a las once.
-¡A las once! – Refunfuñó Torte, poniendo mala cara- ¡Ni
que fuéramos niños pequeños!
Sardine notó que Fred seguía mirándola.
-Pues es eso o nada –replicó-. Además le hemos prometido
que no vamos a tomar nada de alcohol.
-¡Bueno, mientras no nos prohíban los besos![…]” (p.190)
Claro, recuerdo alguna situación como esta, y no puedo
dejar de sentir una sonrisa en mis labios, porque ahora que lo pienso, en esa
época las cosas eran muy inocentes, llenas de emoción y peligro también, digo
esto último porque por desgracia en esta edad, que es en la pubertad, también
somos muy vulnerables para caer en vicios como el alcohol o las drogas.
Así que cuando le toque vivir esto a mi hijo, que será en
unos trece años aproximadamente, espero poder tener la capacidad para poner
reglas claras y benéficas para él. [1]
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