Día 365+252
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
Un
término que es usado comúnmente en el ambiente de los artistas, pintores,
escultores, poetas es el de que algunos tuvieron o tiene una musa inspiradora.
Pero ¿quién o qué es una musa inspiradora? Y ¿acaso habrá musos inspiradores?
Según el Diccionario de la Real Lengua española se entiende como Musa el “ingenio
poético propio y peculiar de cada poeta”[1]
“Siendo la
mujer la sustancia misma de las actividades poéticas del hombre, se comprende
que aparezca como su inspiradora: las Musas son mujeres. La Musa es mediadora
entre el creador y las fuentes naturales donde debe beber. A través de la
mujer, cuyo espíritu está profundamente comprometido en la Naturaleza, el
hombre sondeará los abismos del silencio y de la noche fecunda.[…] (p.186)
Si
partimos de la premisa de que las mujeres somos las poseedoras de un contacto
con la naturaleza por nuestra capacidad reproductiva, entonces podemos concluir
que no hay hombres musos. Pero empezamos diciendo que una musa es todo aquello
que te inspira, entonces podemos pensar que objetos, personas, o cualquier cosa
perteneciente o no a la naturaleza, aun pensamientos, lo son. Aunque lo que
realmente hemos escuchado es que la musa inspiradora es aquella que despierta algo
en el artista que lo hace conectarse con su posibilidad de creación, como si
ella fuera la responsable de trasportarlo a un transe en donde manan las ideas,
la inspiración, la creación por ella es capás de crear desde lo natural, desde
su propio vientre. [2]
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