Día 365+255
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
La
cotidianidad hace que perdamos en detalle por las cosas y los momentos.
Pensemos cuando conocimos a alguien, el corazón nos corría a mil por hora
cuando nos llamaba, cuando nos veíamos para el cine, cuando nos tocábamos la
mano por primera vez. Todo era alegría, endorfinas, deseos de saber más sobre
lo nuevo, lo emocionante; seguramente aún corre por las venas este sentir hasta
el día de la boda, pero ¿qué pasa algún tiempo después? Que puede ser meses o
años, ya que la rutina se instaló en la vida
¿las cosas seguirán igual? La respuesta la sabes seguramente.
“[…] Demasiado
despreciada o demasiado respetada, demasiado cotidiana, la esposa ya no es un
objeto erótico.[…] (p.192)
La
mujer ya no es tratada con el mismo poder de convencimiento, cuando las cosas
se enfrían. La apatía, molestias e indiferencias empiezas a caer tanto para
ella como para él, pero en una sociedad en donde se nos hace creer a las
mujeres que nuestro valor corre a cargo del otro, es de esperarse que cuando
esto pasa ella cae en una fuerte depresión, pierde su sentir por la vida y cree
que ella es la que hizo algo mal para que todo fallara. Así que en la
desesperación de recuperar lo que debería tener, si fuera una buena esposa,
recurre a cualquier tipo de humillación para lograrlo. En todo esto no se da cuenta
que en realidad es una cosas de dos, y que muy probablemente sea algo común en
la convivencia diaria. El gran problema es que creo que cuando vivimos en
parámetros así la mujer es la que debe esforzarse por atraer de nuevo la
atención de la pareja, y más en el plano erótico, y ellos creen que así debe de
ser. ¿Qué opinas al respecto? [1]
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