jueves, 21 de noviembre de 2013

A las mujeres se les gana ¿garantía de éxito en la pareja?

Día 365+254
Comentando lo que me despierta la lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.




Los tiempos van cambiando, las ideologías también, la sociedad por igual y con ella, por supuesto, sus habitantes. La forma en que nos relacionamos no es la misma que hace algunos siglos, porque ya no nos comportamos tampoco igual. Muchas mujeres hoy trabajan en empleos dignos, cosa que antes esto era impensable. Pero hay algunas cosas que no cambian, por ejemplo el deseo de zacear nuestras necesidades básicas como comer o dormir; y claro está también que para que la especie siga viva ha sido necesario reproducirnos, y este fin sólo es posible con la unión de una hombre y una mujer, aunque la forma en que estos se unan ya no es una necesidad estrictamente, sino que está guiado por una serie de imitaciones sociales que nos imponen desde pequeños. Antes las mujeres eran elegidas con quién se iban, cosa que en algunos pueblos sigue pasando, ahora o las casan porque se tiene que casa, seguramente están embarazadas, o eligen con quien casarse. Esta última se supondría que es una acto libre y consciente, ¿pero por qué digo que se supondría?


“[…]Así, la expresión “tener una mujer” encubre un doble sentido: las funciones de objeto y de juez no están disociadas. Desde el momento en que a la mujer se la considera una persona, no se la puede conquistar sin su consentimiento: hay que ganarla. […] (p.188)




El que una chica se case por elección, no por obligación, supone que lo está haciendo con completa conciencia de con quién es, pero ¿en realidad conocemos a nuestras parejas cuando nos casamos? Definitivamente no pero no es lo mismo casarse a los cinco meses de novios que a los dos. Aun así hay un elemento que escapa de nuestras manos: el otro,  ¿a qué me refiero? a que nosotros podemos tener más mejores intenciones, ser honestos, veraces, etc. Pero no sabemos, y nunca lo sabremos, que piensa y siente el otro, el que está fuera de nosotros,  y es aquí en donde las cosas pueden fallar, y no me refiero a que el otro actúe con mala fe, o tal ves si, sino que sus patrones aprendidos en casa pueden ser diferentes a los propios, o que crea que somos de una forma y no sea así. Así que si te casaste “enamorada” y las cosa funcionan mal pregúntate cuánto de ese amor fue ilusión de cómo eran cuando te ganaron.  [1]













No hay comentarios:

Publicar un comentario