Día 365+244
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
En
México, como en muchos otros países a lo largo y ancho del mundo, festejamos a
las madres. ¿Pero qué se les festeja en realidad? El que nos hayan engendrado,
el que sean las educadoras y guardianas de sus hijos, incluyendo al esposo, el
que sean las salvadoras y heroínas en la vida cotidiana, etc. Todo esto que acabo
de enumerar anteriormente es verdad, pero esta verdad está atravesada por
nuestras creencias, costumbres y usos. La madre debe ser: progenitora,
salvadora, educadora, buena;estos son los requisitos para ser considerada una
buena madre.
“[…] Cuando la figura
de la madre se ha hecho tranquilizadora y santa, se comprende que el hombre se
vuelva hacia ella con amor.[…]” (p.175)
Si
una madre es todo, y en muchas ocasiones más, de lo antes mencionado, es casi
seguro que los hombres, en especial los hijos, la alaben, la veneren, la
santifiquen. Seguramente
has escuchado a algunos hombres que dicen: “todas las mujeres son unas
interesadas, cualquieras, putas… menos mi madre” ¿Por qué su madre no? ¿que
acaso no es mujer también? Claro que es mujer, pero ante los ojos de este macho
no es una cualquiera, es una santa, una salvadora, y por este motivo es amoroso
con ella, como lo sería con una divinidad.
Mujeres, madres o no madres, tenemos
cualidad y defectos como todo ser humano, eso es innegable, pero ahora entiendo
lo que en algún momento un maestro nos dijo, que si un hombre diviniza a una
mujer, en especial a su madre, es motivo de cuidado porque sus bases son
machistas. ¿Qué opinas? [1]
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