Día 365+355
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
Muchas
somos las mujeres que niegan tener fantasías sexuales, porque hay personas que
piensa que si una mujer reconoce que fantasea es una loca, puta, de cascos
ligeros que se puede tomar, no respetar, agredir. Todo esto viene de la manera
en que se nos ha educado, donde se nos dice que los hombres tiene un
temperamento más caliente, por naturaleza, y que las mujeres que son más frías.
Además de que ellas se tiene que dar a respetar, incluye no hablar abiertamente
de su sexualidad, porque si lo hace están diciéndole a los hombres, de manera
no hablada ni claramente, que están disponibles para ser agredidas.
“[…] Es
frecuente que la mujer se ayude con fantasías eróticas. […] Se imaginan que la
violan, que la maltratan, que su marido no es él mismo, sino otro.[…]”(p.404)
Pero la realidad es que muchas somos las que no
sentimos vergüenza al reconocer que sí tenemos fantasías, y las usamos como una
forma de erotismo, y esto no implica que seamos nada de lo que mencioné al
inicio. Creo que es válido siempre y cuando no nos cause un remordimiento, o
que nos lleguemos a sentir sucias por ellos. Tampoco creo que se trate de
contarle a media humanidad sobre cuáles son nuestras fantasías, porque si
tenemos claro que la sexualidad es parte de nuestro ámbito privado, y que nos
exponemos a críticas y ataques si lo hacemos público, tenemos todo el derecho
de mantenerlo así. [1]
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