lunes, 18 de junio de 2012

Imágenes obscenas


Día 97                              

Lectura: Fuentes, Carlos: Las buenas conciencias. México,
Planeta DeAngostini (Colección Carlos Fuentes), 2002.

En esta era de tecnología, llena de medios de comunicación, televisiones de todos tipos y tamaños, teléfonos celulares conectados al internet ilimitadamente, comunicación y accesibilidad hasta a lo inimaginable, pensar en que los niños y jóvenes puedan estar “expuestos” a ello, da miedo. Pero este miedo, se ha vivido en todas las época.

 “[…] ¡Ay, si tuviera poder mandaría cerrar cuanto cine haya! Bueno, no es que hiciera nada esta señorita, pero la de besos y cosas inmorales que había en la película. Ya le avisé al padre Lanzagorta, porque la película está en C-1, a ver su ka señorita se lo cuenta a la hora de confesarse. Ni te cuento cómo sudé viendo tantísimo beso, pero hice de tripas corazón y me aguanté.   […]” (p.103)

Para nosotros es común, y nada extraordinario asistir al cine. No tenemos el problema de que por ser mujeres seamos mal vistas por asistir a uno de ellos. Pero eso no siempre ha sido así. Como pudimos notar, el cine atacaba a las buenas costumbres del momento, de los años 20´s casi 30´s. Era tal la molestia que era motivo de confesión.

No puedo imaginar a una mamá de esa época, si tomara una máquina del tiempo a la actualidad, y pudiera ver las telenovelas de cualquier horario por televisión abierta. Seguramente en ese momento le da un infarto. Sería inconcebible pararse en un puesto de periódicos, porque está lleno de imágenes sugestivas, no solo por las revistas de pornografía, sino en los periódicos y revistas para amas de casa.

Es un mar de diferencia lo que puede llegar a significar los cambios, a lo largo de los años, en el impacto moral de las generaciones. Por ellos digo: “Las cosas ya no son como antes” (con tono de viejita).  Y nunca lo será. Pero yo tengo una fe ciega de que en algunos años, el usar los calzones arriba del pantalón, ya no sea sólo exclusivo para los héroes, sino para el público en general, digo, es un sueño guajiro.








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