miércoles, 20 de junio de 2012

La sirvienta…



Día 99                              

Lectura: Fuentes, Carlos: Las buenas conciencias. México,
Planeta DeAngostini (Colección Carlos Fuentes), 2002.

La división de clases sociales, las injusticias sociales, la pelea por las riquezas… México sabe, igual que en todas partes del mundo lo han padecido miles de personas, lo que esto significó, significa y significará. Es triste decirlo en futuro, pero así es. El pasaje que cito a continuación,  no varía mucho de lo que actualmente se hace y dice de lo que fue:

 “[…]-Dicen que el servicio en México está imposible.
                        -Mi nuera le paga doscientos pesos al mes a su cocinera.
-¡No es posible!
-¿Te acuerdas del joven  Régules, el hijo de aquel comerciante? Bueno; pues ahora que estuve a pasar las posadas en México, fui a visitarlo, y su mujer me dijo que nada más de puros criados gastan tres mil pesos.
-¿Al año?
-¡Qué esperanza! Al mes, al mes.
-¡Chst! Que no te oiga la criada. Por fortuna aquí todavía son
dóciles.” (p. 111)


Al leerlo he recordado la reciente película Criadas y siviertas, si lo has visto te invito para que lo hagas ahora. Claramente podemos sentir, leer, el desprecio por el trabajo de una sirvienta (que la propia palabra se ha convertido en cuestión de menosprecio). La paga sigue siendo poca, y las patronas, muchas aún, tachan a sus trabajadoras de ladronas. Ahora que no es por justificar el robo, pero si una  trabajadora, madre soltera, que está todo el día en la casa de los patrones, no le alcanza ni para jabón, para bañar a sus hijos, es lógico que se llevará uno, y si se puede unos cuantos huevos para comer; y más si a ella le pagan mucho menos que lo que gastan en el super, comprando vanalidades.  

A mi punto de vista el dinero no hace la verdadera diferencia, sino el trato, la forma en que vemos y tratamos a todos aquellos que no son “iguales” a nosotros.  El sólo aceptar como amistad a aquellos que han viajado por el mundo, por poner un ejemplo, porque sí tienen cultura, es un grave error. Yo he tenido la fortuna, como seguramente tu también,  de tener ejemplos de honestidad, respeto, valores, humildad de quienes nos ofrecieron, a mi hermana y mamá, un taco en tiempo de hambre, o que me han demostrado que sus sentimientos son puros en una plática y consejos. Y también he conocido a gente con “cultura” que no tiene la más mínima idea de lo que se llama respeto, humildad, solidaridad.

Sé que la pregunta obligada sería: ¿Dejarías entrar a tu casa a cualquiera? No. Porque cualquiera es aquel al que no conozco. Sí a alguien que tacharan de “cualquiera” pero con buenos valores, aunque esto implicara no brillan en sociedad.










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