Día 92
Lectura:
Fuentes, Carlos: Las buenas conciencias.
México,
Planeta DeAngostini (Colección Carlos Fuentes), 2002.
Planeta DeAngostini (Colección Carlos Fuentes), 2002.
¿La
educación es saber cómo caminar, comportarse, hablar, comer…? O ¿esto es sólo
una parte de ella? Lo que aprendemos en casa, son normas que nos permiten
adaptarnos mejor a los demás. Reglas ante lo cotidiana, que si no se debe comer
con la boca llena, porque a otros no les gusta, si los niños no deben
interrumpir en las conversaciones de grandes o qué tipo de lenguaje usamos.
Todo esto no se logra de un día para otro, son años de corregir una y otra vez,
aquello que podría parecer un comportamiento “salvaje”.
Pero
esto también tiene que ver con la cultura en que vivimos. Sólo basta con pensar
en alguna foto, que seguramente la mayoría hemos visto, de alguna tribu, en
donde mujeres y hombres están semidesnudos, por mencionar un ejemplo. Los usos
y costumbres también varían del lugar, del clima, de la comida. Ya me imagino en
la costa con mis zapatos y un pantalón de mezclilla todo el tiempo.
“–Anda, queridita, si de veras quieres quedar
bien con nuestras amistades, déjame ordenar a mí la cena. Ya sabes que de ti
todos se burlan. Es que hay cosas que se maman, ¿verdad? […]” (p.43)
Pero
¿qué pasa, como en esta lectura, cuando las buenas costumbres no son portadas
por todos? El anterior diálogo es de Asunción Ceballos, que como sabemos tiene
una historia familiar de auge económico, ante su cuñada Adelina que no viene de
una familia igual. Adelina hace todo lo que puede para ser una mujer de “alcurnia”
pero ante la constante censura de su cuñada, y las demás personas de la élite,
la descalifican, la aparatan, la meno desprecian.
Así
que la pregunta del inicio sería ¿la educación es sólo saber cómo caminar,
comportarse…? Creo, siento y veo que para la mayoría de la gente piensa que sólo
es esto. Pero ¿dónde hay cabida para el lado humano, los valores, los sentimientos?
Esto no entra. La rigidez a la que
podemos llegar con el fin de una “buen educación” es tal, que no se educa para
los sentimientos. No importa el otro, al contrario, el censurable,
despreciable.
El
tener educación no debería ser a partir de lo que tenemos o damos, sino de
nuestra capacidad de empatía, el ser humanos. Por desgracia en nuestra nación
consumista, capitalista, pocos, o cada vez menos, le tomamos la importancia que
se merece a esta verdadera educación.
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