Día 345
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Saramago, José: El hombre Duplicado, (Trad. Pilar del Río)
Madrid, Santillana ediciones (Punto de lectura), 2007.
Saramago, José: El hombre Duplicado, (Trad. Pilar del Río)
Madrid, Santillana ediciones (Punto de lectura), 2007.
¿A quién le guste
sentirse ofendido? ¿A quién le gusta ofender? Lo primero a nadie, pero lo segundo
es más común de lo deseado, y en especial en un mundo en donde mayormente se
cree que vale más el que se impone sobre el otro. Este posicionamiento ante los
demás, si es por medio de hacerlos sentir menos, no es con honor, sino todo lo
contrario. Seguramente no me dejarás mentir sobre ello, o porque has sido
víctima de alguna ofensa o lo has visto a terceros o tú eres el infractor.
“[…]
Tertuliano Máximo Alfonso ha comprendido que su discurso ha sido ofensivo,
aparte de inútil, que son muchas las maneras de faltar al respeto que se debe a
la inteligencia y a la sensibilidad de los otros, y que ésta había sido una de
las más groseras.[…]” (p.118)
Muchas son las formas
de ofender, como dice la cita, pero una ofensa nunca deja de ser algo que
afecta al ofendido. Que hay ofensas más fuertes que otras, claro que sí, porque
no es lo mismo el sólo usar un tono grosero a decir ya una majadería, como la
conocida grosería mexicana, mundialmente, de “mentar la madre”. [1]
Aún así, sin pecar de
puritana, no estoy de acuerdo en que se use la manipulación, las ofensas o
cualquier medio para degradar a otra persona sólo por sentirnos poderosos.
[1] La imagen fue tomada de http://radioquintanaroo.com/crean-linea-telefonica-para-poder-desahogarse-con-groserias/|
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