Día 338
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Saramago, José: El hombre Duplicado, (Trad. Pilar del Río)
Madrid, Santillana ediciones (Punto de lectura), 2007.
Saramago, José: El hombre Duplicado, (Trad. Pilar del Río)
Madrid, Santillana ediciones (Punto de lectura), 2007.
Dicen que cuando
tenemos nuestro cuarto, bolso y/o lugar de trabajo en orden o desorden, es un
reflejo de nuestra vida, de nuestra mente. Me imagino que esta teoría tiene parte
de su fundamento en el inconsciente que, claro está sin darnos cuenta ni desearlo,
refleja lo que no debería de hacer. No estoy muy segura, ni de acuerdo, con
dicha precisión porque también he conocido a personas, que no son desordenadas
sino todo lo contrario, y no tiene orden en su vida, que son un caos.
“[…]
Tener un lugar para cada cosa y tener cada cosa en su lugar ha sido siempre
regla de oro de las familias que prosperan, así como ha quedado de sobra
demostrado que ejecutar un buen orden lo que se deba hacer es siempre la más
sólida póliza de seguro contra los fantasmas de caos.[…]” (pp. 65-66)
Sí creo que el darle
un lugar a cada cosa nos hace la vida más sencilla. Y si además, cada vez que
uno ocupa algo lo pone en su lugar, no tenemos porque caer en la desesperación
de tener en nuestros lugares, ya sea laboral, escolar o familiar un desorden de
tal magnitud que más que cualquier otra cosas pareciera un tiradero (todo desordenado
y con basura). No sé si esto que afirmo tenga que ver con el deseo de “controlar”
todo, que no lo creo, aunque sí creo que podemos darle al orden el valor de
ahorro de energía y prevención de posibles caos en años posteriores.[1]
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