Día 337
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Saramago, José: El hombre Duplicado, (Trad. Pilar del Río)
Madrid, Santillana ediciones (Punto de lectura), 2007.
Saramago, José: El hombre Duplicado, (Trad. Pilar del Río)
Madrid, Santillana ediciones (Punto de lectura), 2007.
Como ya lo he escrito
en alguna otra entrada, la comunicación, tan necesaria para los seres humanos,
necesita para su correcto funcionamiento los elementos que conocemos, por
nuestra enseñanza de secundaria: Emisor, receptor, mensaje y código. Si alguno
de estos elementos falta, o está confuso, la comunicación no es completa. Pero
según lo leído en este libro (que es una novela) el narrador nos presenta un
teoría, que me parece de lo más interesante, sobre elementos que no son
solamente verbales, sino corporales también que influyen en la comunicación.
Recordemos que no sólo nos comunicamos por medio de las palabras, también lo
hacemos por otros medios, como son el tacto, la vista, el olfato, gusto, etc.
“[…]
esta vez no fue un subgesto, sino un subtono, un armónico, digamos, que vino a
dar nueva fuerza a la incipiente teoría arriba expuesta sobre la importancia
que deberíamos dar a las variaciones, no sólo segundas o terceras, también cuartas
o quintas, de la comunicación, tanto gestual como oral. […]” (pp. 56-57)
Estoy totalmente de
acuerdo con la anterior cita en que debemos poder más atención en cómo gesticulamos
y en qué tono lo decimos. Por poner un ejemplo, cuando una persona dice “por
favor” pero enfatizando la frase “!Por favor¡” o si lo dice interrogando “¿Por
favor?” según la entonación y el gesto que lo acompaña es lo que se entenderá y
cómo se sentirá.
Creo que ahora
entiendo por qué en muchas ocasiones, en especial cuando nos dicen algo que puede
ser con razón o sin razón, la forma en que lo entonan tiene mucho que ver.
Seguramente comprenderás de qué hablo, porque a todos nos ha pasado en casa,
trabajo y/o en la calle.[1]
No hay comentarios:
Publicar un comentario