Día 336
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Saramago, José: El hombre Duplicado, (Trad. Pilar del Río)
Madrid, Santillana ediciones (Punto de lectura), 2007.
Saramago, José: El hombre Duplicado, (Trad. Pilar del Río)
Madrid, Santillana ediciones (Punto de lectura), 2007.
¿Qué es lo que un
profesor, del año escolar que sea o de la materia que sea, pretende cuando le
enseña a sus alumnos? ¿Es posible que todo el grupo capte lo que él desea? La
enseñanza es una de las tareas, que por lo menos en México, no es de las
mejores pagado (aunque tampoco de los peores); muchos docentes se basan en esto
para quejarse y protestar todo el tiempo por sus condiciones de trabajo, pero
tendríamos que preguntarles, y evaluar, si se consideran maestros dedicados, con
esmero, a su “vocación”.
“[…]
los profesores necesitan ir bien alimentados a la escuela para poder arrostrar
el durísimo trabajo de plantar árboles o simples arbustos de sabiduría en
terrenos que, en la mayor parte de los casos, tiran más para lo estéril que
para lo fecundo. […]” (p. 42)
Si esto de que mal de
la mitad del alumnado está destinado al “fracaso”, y sólo es una mínima parte
los que logra entender, aprender y aplicar lo enseñado, ¿Qué tanto afecta a la
motivación del profesor para continuar enseñando?
Creo que cuando un
profesor tiene amor por su trabajo, no le importa si de un salón de cincuenta
niños, sólo uno o dos, sobresalen. Ahora que si es un maestro sin ética
profesional, entonces no importa si sus alumnos aprenden o no, o si tiene
buenas condiciones de empleo, porque siempre se estará quejando y buscando
problemas.[1]
[1] La imagen fue tomada de http://noticiasdesdetijuana.blogspot.mx/2012/05/al-maestro-con-carino.html
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