domingo, 28 de abril de 2013

¡No me gusta que me comparen¡


Día 365+46
Comentando lo que me despierta la lectura de:
 Piera, Gustavo: La travesía. 18 claves para llegar a buen puerto. Barcelona, Alienta Editorial, 2006.



Esta parte de mi actual lectura me hizo recordar algo de mi infancia –que por suerte no fue muy frecuente- que es el que te comparen con otros niños, jóvenes o adultos, ya sea con el hermano,  primos, amigos, vecinos, etc. Que si son de la misma o casi de la misma edad, que este ya camina, ya habla, ya avisa del baño –cuando son bebés-; ya estando en la escuela, que si ya sabe las tablas, o es más sociable, lee mejor, etc.; y de adolescentes si ya tienes el periodo, o está más grande y desarrollado, si va a ir a la preparatoria tal, etc. Es un comparar voraz que lo único que lleva es a la baja autoestima, y una competencia absurda.



“Los padres comparan a los hijos porque piensan equivocadamente que es una manera de motivarlos a mejorar. Las comparaciones, lejos de estimularlos, los desalientan y los hacen pensar que entonces no tiene un valor propio.[…]” (p. 184)



La intención tal vez es buena, pero el medio es erróneo. Todos aquellos que en algún momento, con mayor o menor frecuencia, lo vivieron, entenderán lo que se siente y que gran razón tiene la anterior cita. No basta con intentar evita no comparar a nuestros hijos, sino que tenemos que sacar de nuestra mente, como padres, esa semilla que nos hace, consciente o inconscientemente, estar más pendiente en las similitudes y diferencias entre nuestros hijos y los ajenos, y ver más sus cualidades y ayudarlos a corregir sus defectos. [1]








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