Día 365+131
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Muñoz Molina, Antonio: El dueño del Secreto. España,
Espasa Calpe, 1999.
Muñoz Molina, Antonio: El dueño del Secreto. España,
Espasa Calpe, 1999.
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Muchas
mujeres son vistas por su familia, su cultura o creencia religiosa de mala
forma por no llegar vírgenes al matrimonio; se les señala o clasifica de mil y
un formas, como fáciles, putas, golfas, zorras, etc. No son sólo vistas con
desprecio, mayormente entre las mujeres, sino también por sus amigas y
familiares; los hombres también las descalifican y muchos, si pueden, abusan de
ellas para obtener placer. Cuando digo que abusan me refiero a que a veces las
engañan, por ejemplo diciéndoles que las aman o que se casarán con ellas, para
poderlas llevar a la cama.
“[…] No soy hombre de récords sexuales, y prefiero con
mucho la confortable estabilidad de mi vida a las turbulencias pasionales y
adúlteras en las que se ven envueltos algunos de mis amigos […]" (p. 80)
Pero
¿qué pasa con un hombre que es mayor de 18 años y aún es virgen? ¿También
reciben algún tipo de crítica social? Creo que viven lo mismo, o casi lo mismo,
que las chicas que no lo son; se les cataloga como maricas, impotentes, poco
hombre, etc. Qué curiosa es que mientras a ellas las descalifican por no serlo,
a ellos les pasa lo mismo por serlo. ¿Por qué será? Porque tanto hombres como
mujeres “tenemos” que cumplir un rol. Las mujeres castas, vírgenes y puras; los
hombres machos y viriles. Como si fuéramos contrarios. Yo no estoy de acuerdo
con esto, porque creo que esto de ser virgen es algo que nosotros elegimos
cuándo, dónde y con quién, pero sé que la cultura pesa y mucho.[1]
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