Día 365+132
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Muñoz Molina, Antonio: El dueño del Secreto. España,
Espasa Calpe, 1999.
Muñoz Molina, Antonio: El dueño del Secreto. España,
Espasa Calpe, 1999.
¿Por qué será que algunas personas les gustan las cosas costosas: ropa, carros, comida, etc. Y a otras no? Pienso en alguien que nunca podrá comprarse un carro o cabiar porque sus ingresos son mínimos, los necesarios para sobrevivir, ¿cómo podrá comparar y decidir si quiere o no esa vida? ¿Habrá quien decida, con todo uso de razón, lo modesto a lo lujoso?
“[…] No sin remordimiento pensé que yo sí prefería los
restaurantes de lujo a las fiambreras y los bocadillos proletarios, pero me
guardé mucho de decirlo […]" (p. 84)
Pienso
que por desgracia no todos podemos decidir entre querer algo lujoso o no,
porque no lo podemos comprar. Pero siento que mucho de esto tiene que ver con
lo que pensemos, por ejemplo: si soy rico y tengo todos los lujos, pero me doy
cuenta que esto son sólo cosas, puedo dejar todo lo materia a un lado y vivir
con lo necesario y modesto; ahora si hay alguien muy pobre, y en algún momento
de su vida conoce a alguien adinerado, y despierta en él el deseo y la envidia
seguramente haré todo lo necesario para poder darse esos lujos, o pobres que
deciden vivir así porque se dan cuenta que los lujos conlleva también unas serie
de sacrificios, o adinerados que están dispuestos de pagar el precio de los
lujos. Creo que al final esto es más complejo de explicar de lo que pensé. ¿Tú
qué opinas?[1]
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