Día 365+180
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
Hay varias palabras con las cuales se les identifica, en
el ámbito común y cotidiano, a los
hombres y a las mujeres. En el caso del primero como varones, machos,
caballeros, etc.; y del segundo hembra, dama, femina, etc. ¿Crees que sea lo
mismo decirle a alguien dama que hembra? ¿O que las manera y el ambiente harán
que varíe el significado?
“[…] En boca
del hombre, el epíteto de <<hembra>> suena como un insulto; sin
embargo no se avergüenza de su animalidad; se enorgullece, por el contrario, si
se le dice: <<¡Es un macho!>>. El término <<hembra>> es
peyorativo, no porque enraíce a la mujer en la Naturaleza, sino porque la
confina en su sexo. […]” (p. 35)
Creo que muchas ocasiones las palabras dicen más de nosotros,
de nuestra cultura, nuestras ideologías, sentimientos y demás de lo que nos
imaginamos. Aunque con el paso del tiempo las palabras que pueden sonar
humillantes o denigrantes, con el uso que se les da pueden convertirse en los
contrario.
Pienso en el caso de la palabra “hembra”, que es el de la
cita, que ahora también se les da una connotación de mujer brava, salvaje. ¿Cuándo
escuchas esta palabra, qué piensas, lo sientes como algo fuerte, rudo o
agresivo? [1]
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