Día 365+280
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
¿En
qué consiste la dicha, la felicidad, de muchas mujeres? Si volvemos al punto de
que somos lo que hacemos, y se supone que las mujeres debemos actuar con
sumisión, pasividad y ternura, entonces es de esperar que todo aquello que
tengamos que vivir sea desde esta actitud. Además de que somos un reflejo de lo
que la sociedad nos marca que debemos ser, lo que la cultura y la tradición
marca, y a muchas mujeres aún, se nos vende la idea de que nuestra felicidad es
a partir de que el amor nos llega, quiero recalcar que no digo desde que
encontramos, porque se supone que a las mujeres nos debes enamorar y no al
revés. Este ideal de príncipe azul que llegará a enamorarnos es tan fuerte para
las mujeres, que toda nuestra felicidad está depositada en ella.
“[…] todo la
invita a abandonarse en sueños en brazos de los hombres para ser transportada a
un cuelo de gloria. Aprende que, para ser dichosa, hay que ser amada y, para
ser amada, hay que esperar al amor.[…] ” (p.230)
En nuestra sociedad, aún es condenable que una mujer sea
la que busque, la que seduzca, la que pida ser novia de alguien, la que
proponga matrimonio, etc. Ella tiene que ser conquistada, amada, seguida y
valorada, es lo que espera. Y ¿qué pasa si esto no llega así o de plano nunca
llega? La infelicidad, tristeza y depresión se hacen presentes. El ideal es la
base de muchas mujeres, la esencia de su ser, y al no tenerla se siente un
vacío y sin rumbo, y cómo no sentirse así si todo lo aprendido y visto, desde
la niñez, marca que tiene que ser así. Pero además esto no es sólo esto, sino
que las demás mujeres, las que se “supone” tienen la felicidad en sus vidas,
critican, tacha y apartan a las que no lo tienen.[1]
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