Día 365+278
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
Cuántas
veces no hemos escuchado, en los labios de una madre, la afirmación: “Vas a ver
con tu padre”, seguramente más de una vez, y ¿qué piensa uno como hijo? “chin,
mi papá me va a regañar, de esa no me salvo” O sea que la autoridad de la madre
se ve opacada en momentos de verdaderos problemas. Pero ¿por qué es esto así?
En primera no debemos perder de vista que en una familia machista, el padre es
el centro de todo, aun en las cosas que menos nos imaginemos, como es el caso
del ejemplo inicial. En muchas familias a simple vista la madre es la autoridad
máxima, pero cuando vemos ejemplos como el anterior, podemos notar que no es
así del todo.
“La jerarquía
de los sexos se descubre, en principio, en la experiencia familiar; comprende
poco a poco que, si la autoridad del padre no es la que más cotidianamente se
hace sentir, es, no obstante, la autoridad soberana, […] incluso si, de hecho,
es la madre la reina como dueña y señora en la casa, por lo común tiene el
tacto de anteponer la voluntad del padre; en los momentos importantes, exige,
recompensa o castiga en su nombre, a través de él.[…] ” (p.225)
¿Por qué la madre tiene que recurrir a nombrar al padre
en casos de serios problemas? Porque ella no se siente capaz de poner
verdaderos límites ante sus hijos. ¿Y esto pasa con las madres solteras? Claro
que sí, porque cuando los hijos caen en comportamientos poco controlados es
común que se recura a un varones, como abuelos, tíos o primos. En pocas
palabras, las mujeres siguen pensando que la mayor autoridad siempre es y será
un varón, es el soberano que tiene la última palabra. ¿Ves que continúa el
esquema machista? Aparentemente ella es la que manda en la casa, pero nunca
tiene la última palabra, un hombre lo es. ¿Qué opinas al respecto? ¿Conoces
casos así?[1]
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