Día 142
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
Huxley, Aldous: Un mundo feliz. Madrid, El mundo (Millenium), 1999.
Huxley, Aldous: Un mundo feliz. Madrid, El mundo (Millenium), 1999.
La vista, uno de
nuestro cinco sentidos; dice la gente que una mirada dice más que mil palabras,
tal vez por eso hay personas que no quieren mirar a los demás, mirar de frente
porque “tal vez” sea verdad éste dicho.
“Todos se volvieron y aun extremo del
pequeño grupo vieron a un desconocido, un hombre de estatura media y cabellos
negros, nariz ganchuda, labios rojos y gruesos, y ojos oscuros, que parecían
taladrar.” (p.56)
Yo recuerdo a
personas que según su forma de mirar uno puede saber cómo están, si alegres,
tristes, pensativos, con miedo, etc. Y seguramente tú también. Pero hay miradas
que llegan a ser tan intensas y penetrantes, que nos hacen voltear
inevitablemente, como si tuvieran un imán que nos obliga a voltear no importante
en dónde, a qué hora o con quién estemos.
Yo recuerdo que hace algunos
años, pocos, muy pocos, mi mamá me decía que dejara de ver feo a las personas,
que me iba a meter en problemas, pero ahora que lo pienso, no era algo que
hacía de forma consciente. Cosa muy distinta si una chica quiere conquistar a
quien le gusta, esta mirada es totalmente seductora, o aquel padre que quiere
regañar a su hijo por algo que hizo pero no puede por X razón. Así que una mirada puede ser tan
expresiva que podemos odiar o amar a alguien con sólo una de ellas.[1]
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