Día 365+95
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Dostoievski, Fedor: El Jugador. (Traducción del Ruso: José Jaín Entralgo) España, Biblioteca Básica Salvat, 1969.
Dostoievski, Fedor: El Jugador. (Traducción del Ruso: José Jaín Entralgo) España, Biblioteca Básica Salvat, 1969.
Decía
mi abuelita que sinónimo de ser pobre no es ser cochino, y yo diría que
sinónimo de ser rico no lo es de ser exagerado. A lo que me refiero es que así
como tenemos la idea de que las personas con pocas probabilidades económicas
suelen ser sucias, desordenadas, descuidas, también llegamos a creer que los
ricos son todo lo contrario. Yo creo que todas estas creencias son sólo eso,
creencias mal fundamentadas porque no
siempre las cosas se aplican de esta forma. Lo que sí creo es que hay personas, con o sin dinero, que
llegan a caer en la exageración extrema y absurda, como en la siguiente cita:
[…] A ver,
levantad la ropa. Dejaron las sábanas al descubierto.
-Más, más, que
se vea bien. Quitad las almohadas y las fundas. Levantad el colchón.
Dieron la
vuelta a todo. La abuela lo examinó atentamente.
-Por lo menos
no hay chinches. ¡Que quiten toda la ropa! Que pongas mis sábanas y mis almohadas
[…]” (pp.94-95)
¿No
te parece pedantería total? Porque yo puedo comprender que las personas que son
consciente de las enfermedad que pueden producir el uso de unas toallas mal
lavadas, o acostarse entre sábanas con orines de ratas, decidan tomar
precauciones al respecto, pero cuando toman medidas tan extremas como en el
caso de la cita, entonces creo que ya no es cuestión como la anterior, sino
pedantería que no tiene que ver ya el tener o no dinero, ser limpio o no. [1]
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