Día 255
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.
Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.
El dominio de unos
contra otros se da en toda naturaleza. Nosotros como seres naturales también
tendemos a ejercerla, y no sólo con seres de nuestra misma especie, sino con todo
aquello de lo cual nos sentimos dueños: seres humanos, animales, plantas,
cosas, etc. El creer que se puede hacer con los demás lo que se nos venga en gana,
nos hace cometer de atropellos e injusticias.
“[…] Aunque
fotografié cactus, es su vida. Si
vive sólo para su marido, no es su
vida. […]” (p.74)
El dominio del género
masculino sobre el femenino es una de aquellos que ha sido predominante a lo
largo de la historia. No olvidemos que aquello que se nombró “la liberación
femenina” tiene escasos cincuenta años, y que gracias a ello las mujeres
empezaron a tener un poco más de apertura en espacios destinados sólo para los
hombres, como en el campo laboral, indispensable para tener una independencia
económica y social.
Pero aún así, es tan
fuerte dicha dominación, que muchas mujeres han vivido su vida para otros y no
para ellas, ya sea para los hijos o la pareja, al ser absorbidas de tiempo
completo al cuidarlos y dejar nula la búsqueda de un futuro para ellas. El no
tener una vida propia, que te da identidad como sujeto, hace que las mujeres
vivan atadas y cegadas ante todo aquello que no es conveniente para ellas.
Así que el peor de
los dominios no es el que hace el león, o cualquier otro animal salvaje contra
su presa, sino el de los seres humanos porque al tener “conciencia” se debería
evitar.[1]
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