Día 365+39
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Piera, Gustavo: La travesía. 18 claves para llegar a buen puerto. Barcelona, Alienta Editorial, 2006.
Piera, Gustavo: La travesía. 18 claves para llegar a buen puerto. Barcelona, Alienta Editorial, 2006.
Definitivamente hay cosas en las cuales uno no puede
decidir, como es el caso de los sucesos naturales, claramente lo pudimos ver
con el temblor que azotó hace algunas horas en la ciudad de México (que hasta
donde yo sé no hubo reportes de ningún daño a inmuebles o personas –yo la
verdad no lo sentí-) porque escapan de nuestras manos, y hasta de nuestro
entendimiento. Pero hay otras en las cuales sí tenemos esta capacidad de
elegir, como es en el caso de las decisiones que tomamos para el bienestar de
nuestros hijos. Pero esto que ya es algo común para nosotros, el poder elegir,
para ellos no lo es; es algo que tenemos que irles ayudando para que poco a
poco desarrollen dicha capacidad.
“[…] ¿Qué ser humano se puede desarrollar plenamente si
no tiene la libertad de elegir? ¿Si no puede tomar sus propias decisiones y
responsabilidades de las consecuencias? Cuando controlamos a los hijos, los
condenamos a quedarse permanentemente inmaduros.” (p. 117)
Recuerdo que hace unos años cuando mi hermano tendría
unos 4 años, leí en algún lugar que es importante, para el desarrollo de la
capacidad de elección y compromiso, dejar que los niños de esta edad, decidan
cosas como cuanto arroz comer, qué pantalón usar, el color para un dibujo, etc.
Cosas que para nosotros son tan fáciles de elegir, para ellos va haciendo que
poco a poco vallan tomando la capacidad de elección. Claro está que, nosotros
como padre, bien podríamos decidir por ellos en estas situaciones, pero si
tomamos conciencia que es para que vallan desarrollando, poco a poco, este
poder de elección, les estamos dando pequeñas dosis, que el día de mañana les
podrá ayudaran a su desarrollo.
He escuchado a varias personas que me han dicho, disfruta
a tu hijo ahora que es pequeño porque llegará el momento en que decida hacer su
vida y ni te pelará; yo espero, aunque esto me implique dolor emocional, que
esto suceda, que algún día mi bebé sepa elegir, no lo que me guste, sino lo que
sea conveniente para él y en especial que me sienta contenta de haberle ayudado
en esta tarea de aprender a hacerlo.[1]
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