Día 365+72
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Funke, Cornelia: Las gallinas Locas. El secreto de la felicidad. (Traducción del Alemán: María Alonso) Barcelona, Ediciones B, 2006.
Funke, Cornelia: Las gallinas Locas. El secreto de la felicidad. (Traducción del Alemán: María Alonso) Barcelona, Ediciones B, 2006.
Veo que mi bebé va creciendo y cómo es que poco a poco va
aprendiendo más a expresar sus sentimientos: si está cansado, aburrido,
enojado, feliz, etc. Y cómo es que gracias a ello, puede ir interactuando con
todo aquello que lo rodea. En este momento es pura sinceridad, cuando siente algo
lo expresa sin miramientos.
“Mona pronunció
todas aquellas palabras con una amable sonrisa, algo que a Sardine le pareció
admirable. Ésa debe de ser una de las cosas que uno aprende al convertirse en
adulto: a disimular los sentimientos y esconderlos tras una expresión
admirable. Tiene que ser muy práctico poder hacer eso.” (p.66)
Pero esto que dice el persona principal, de este
simpática historia, es en parte verdad, porque en la medida en que vamos
creciendo, aprendemos a disimular, disfrazarlo y hasta el negarlos los sentimientos.
Creo que sí tiene esto un punto bueno porque en el
momento en que tenemos la capacidad de hacerlo, también podemos superar más
rápidamente algunas de nuestras emociones, como el miedo; pero también tiene su
lado negativo, pues al negar un sentimiento como el dolor, la angustia, o el
propio amor en lugar de hacernos un bien nos hacemos un mal. Pero el aprender a
disimularlos siempre será un punto a nuestro favor, porque los dejamos ver en
el momento oportuno con las personas adecuadas.[1]
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