Día 365+101
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Dostoievski, Fedor: El Jugador. (Traducción del Ruso: José Jaín Entralgo) España, Biblioteca Básica Salvat, 1969.
Dostoievski, Fedor: El Jugador. (Traducción del Ruso: José Jaín Entralgo) España, Biblioteca Básica Salvat, 1969.
Como bien se sabe el dinero, en especial si son deudas de juego,
es lo que corrompe a medio mundo, causa muchos problemas porque se juegan
intereses y la envidia de quien no lo tiene con el que sí, llega a ser mucha. Por
dinero no sólo se separan amigos y parejas, sino padres, hijos, hermano, etc.
El dinero, base primordial en un mundo capitalista como el que vive México –como
muchas otras partes del mundo- nos hace ser otros, nos trasforma y nos puede
llegar a ser monstruos.
[…] Ante la pérdida de casi
toda mi fortuna en préstamos a su padrastro, me veo en la necesidad extrema de
proceder del único modo posible: he rogado a mis amigos de San Petersburgo que
procedan inmediatamente a la venta de los bienes hipotecados a mi favor. Conocedor,
sin embargo, como soy, de que su irreflexivo padrastro ha dilapidado lo que le
pertenece a usted […] (p.146)
Pero qué puede haber más vil, en cuestión de dinero, que un padre
que es capaz de lo que sea, inclusive de vender a sus hijas, por obtenerlo. Y
qué puede ser peor que alguien que piensa que con el dinero todo es posible,
como vulgarmente se dice: con dinero baila en perro.
Una cosas me queda clara, el valor del dinero, no el monetario
sino el moral, es que cada uno de nosotros le ponemos. En pocas palabras el
para qué lo destinamos es lo que marca la diferencia entre darle su justo valor
o no.[1]
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