Día 365+166
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
Basta con platicar con nuestras abuelitas, no es necesario
irnos siglos y siglos atrás a lo largo de la historia, para darnos cuenta de
qué les tocó o no vivir por el hecho de ser mujeres. Y seguramente si volteamos
a ver a nuestras compañeras, vecinas, amigas y a nosotras mismas podremos
también darnos cuenta de que, aún el pleno Siglo XXI, las condiciones de vida,
de oportunidades y de igualdad entre los hombres y las mujeres, no es para
todas las misma, y que en muchas cosas no ha cambiado tanto, como quisiéramos, desde
los tiempos de antaño.
“[…] No siempre
ha habido proletarios, pero siempre ha habido mujeres, éstas lo son por su
constitución fisiológica; por mucho que remontemos el curso de la Historia, siempre
las veremos subordinadas al hombre: su dependencia no es resultado de un
acontecimiento o de un devenir; no es algo que haya llegado. […]" (p. 21)
Pero ¿de dónde viene esta sumisión ante los hombres?
Simone de Beauvoir nos dice no es por un acontecimiento, ¿a qué se refiere?
Pensemos, por ejemplo, en la invasión de los españoles, cuando llegaron al
continente americano, sobre las culturas mesoamericanas. El proceso de
colonización no sólo consistió en tratarlos como animales, esclavos, sino de
imponer su religión. Los americanos fueron dominados por los españoles a partir
de este suceso, de esta imposición, de este hecho concreto. En el caso de las
mujeres, frente a la sumisión de los hombres, no se presenta de esta manera, entonces ¿cómo es que se dio? Pregunta que
seguramente se irá respondiendo poco a poco, a lo largo de esta interesante
lectura.[1]
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