Día 365+217
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
¿Cuántas de
nuestras abuelas no tuvieron un gran número de hijos? Muchas de ellas como mínimo tuvieron cuatro o
cinco hijos, y esto era pocos para la ideología del momento, considerando que
el promedio era entre ocho y diez vivos, porque también contaban a los abortos
y los muertos (hubo casos de once a catorce). Es clásico que actualmente se
dice, a todo de broma, “¿qué no tenían televisión?” pero en realidad esta
cantidad de críos no se debía tanto a la falta de distracción que da la
televisión, sino a varios factores, era multifactorial; había falta de
información y la moral del momento dictaba que las mujeres valían en tanto su
capacidad reproductiva: era más mujer quienes más hijos podían procrear. No
dudo que haya habido mujeres que decidieran, y les diera mucho gusto tener
tantos hijos, pero no creo que fuera la totalidad.
“[…] La regla
general era casarse joven y tener tantos hijos como la mujer pudiese traer al
mundo; únicamente la mortalidad infantil reducía el número de los hijos vivos.
[…]” (p. 111)
Y ¿qué pasaba con
las que no podrían tener? Ya nos podremos en la tristeza y desdicha en que
vivían dichas mujeres, porque no había cabida para ellas como profesionales y
mucho menos como madres.
Insisto, como en
otras entradas, que por suerte esto es cada vez menos frecuente; muchas mujeres
actualmente viven para ellas e incluyen en su proyecto de vida a sus hijos y su
pareja, ya no viven para los otros sino con los otros, y esto es una gran
diferencia en comparación con la tal y absoluta sumisión. Ahora una mujer puede
decidir tener o no tener, o la cantidad de que desea, ya no es cuestión que
deba dejarse al azar. [1]
[1] La imagen fue tomada de http://icaltextos.blogspot.mx/2013/03/almoco-em-familia-hirtis-lazarin.html
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