Día 365+267
Comentando lo que me despierta la
lectura de:
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
De Beauvoir, Simone: El Segundo Sexo. México,
Random House Mondadori (Debolsillo), 2013.
Tanto
niñas como niños cuando nacemos lo hacemos igual; en los primero meses de vida
no importa la posición en que se encuentre el menos, porque al no tener control
sobre sus órganos genitales, no puede más que soltar la secreción. Pero a
partir aproximadamente del año y medio, que es cuando a varios niños se les
empieza a enseñar a ir al baño, la cosa es diferente, ¿tendría que ser
diferente? ¿Por qué causa este tema tanta polémica? ¿Qué se les tiene que
enseñar?
“[…] Un padre
me contaba que uno de sus hijos, a la edad de tres años, todavía orinaba
sentado;[…] un día su padre lo llevó consigo al cuarto de aseo u le dijo:
<<Voy a enseñarte cómo lo hacen los hombres>>. A partir de
entonces, el niño, orgulloso por orinar de pie, despreció a las niñas […] su
desdén provenía originalmente, no del hecho de que a ellas les faltase un
órgano, sino porque no habían sido distinguidas e iniciadas por el padre.”
(p.211)
Seguramente,
como a mi llegó a pasar, muchas madres sienten culpa, o miedo, al sentar a sus
hijos en la taza de baño, como lo hacen ellas, para que orinen porque se cree
que con esto se feminizan. Como bien dice la cita, la cuestión de cómo “deben”
orinar los niños tiene que ver más con una identificación con el padre, y si es
un padre machista no sólo con la identificación,
sino con la aprobación y dedicación de ese padre que es muy ausente y estricto.
Yo
estoy en este momento viviendo esta etapa con mi hijo, y con toda la
tranquilidad de saber que esto de que orine parado apela más a una exigencia de
rol, le enseño tanto sentado como parado, sin preocuparme por el qué dirán.[1]
[1] La imagen fue tomada de http://lanoticiainfo.blogspot.mx/2012/06/partido-sueco-propone-prohibir-los.html
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