Día 12
Lectura: Herta
Müller: Todo lo que tengo lo llevo conmigo. Madrid, Santillana Ediciones
Generales (Punto de Lectura), 2011.
Este
es mi último escrito de este gran libro. Empiezo, para terminar, con esta única
nota:
“[…] Si uno trasporta mortero o bloques de escoria durante todos estos años, o palea carbón o desentierra patatas con las manos o limpia sótanos, conoce el sentido e las cosas, pero oficio no tiene. Trabajo durísimo, pero no oficio. A nosotros sólo nos exigen trabajar, nunca un oficio. Éramos siempre peones, y peón no es un oficio.” (p. 236)
Al final no eres llevado a un campo de concentración a formarte como persona. Ahí eres sólo un peón y como tal no puedes ser tratado diferente. Habría que pensar si el tener un oficio te da algo que un peón no podía tener. Y Leonard nos hacer ver que así es. Cuando termina su larga jornada de 5 años de trabajos obligados, no es más un peón. No es lo mismo regresar al mundo así que con un oficio. Si antes de ingresar hubiera sido peluquero, zapatero o cualquier otro oficio tendría un lugar en el mundo, pero al no ser más que un simple peón, no se tiene nada. La mano de obra con los años se acaba. Eres inútil socialmente.
No puedo dejar de pensar en
lo desgarrador que ha de ser, para una persona que vive una situación así, regresar
con su familia, a la sociedad. Podría parecer que después
de todo el tiempo transcurrido no deja nada bueno, y efectivamente es así. Las secuelas
son muchas más que la propia vida. Los fantasmas, los hábitos, todo pueden
llegar a ser un cassete que se regresa una y otra vez. Los recuerdos van y
vienen de un lado a otra, formando un video eterno. Algo que difícilmente se olvidas,
se ha de aprender a vivir con un mal crónico.
Este libro te invita a
conocer lo que fue real, por muy difícil que parezca. Pero si prestamos atención, podemos darnos
cuenta que este gran libro es algo más que una tragedia. Es una gran poesía, en
donde las palabra cobran un significado especial, donde los personajes son más
que eso; son sentir puro. Nos llevan a pensar en la desgracia de los demás para
valorar nuestro ahora, nuestra libreta, nuestra persona.
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