Día 277
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.
Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.
Muchas son las
preguntas que seguramente a ti, como a mí, en algún momento de nuestras vidas
nos llegan, desde quién soy, qué hago aquí, por qué me tocó esta familia o esta
vida, etc. Las respuestas las podemos encontrar en creencias religiosas, la ciencia,
el esoterismos entre otras, aunque al final nos terminaremos inclinando por
aquello que nos convenga y convenza más, y no tanto por lo que nos prometan o
digan otros.
“La disputa entre
quienes afirman que el mundo fue creado por Dios y quienes piensan que surgió
por sí mismo se refiere a algo que supera las posibilidades de nuestra razón y
nuestra experiencia.[…]” (p.249)
Así que nuestras respuestas,
sobre las preguntas esenciales a nuestra vida, son las que nacen de la
convicción personal y no de la demostración empírica. Como bien lo pudimos leer
en la anterior cita, es algo que nos supera porque no debemos olvidar que nosotros
somos seres finitos e imperfectos que no pudimos, ni podemos (por lo menos
hasta ahora), ser eternos ni mucho menos perfectos para poder tener la verdad
de lo que nos rodea.
Así que por más que
lo intentemos, las discusiones sobre este tema, sólo serán cuestión de debate,
a modo de un juego de hipótesis, porque nada ni nadie nos podrá decir sí una
teoría sobre el origen del mundo, y por supuesto de nosotros, es verdad o no.[1]
[1] La imagen fue tomada de http://www.es.chabad.org/library/article_cdo/aid/5084/jewish/La-Creacin-del-Hombre.htm
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