Día 276
Comentando lo que me
despierta la lectura de:
Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.
Kundera, Milan: La insoportable levedad del ser, Barcelona,
RBA editores (Trad. Fernando de Valenzuela), 1993.
Recuerdo mi primero
novio, estaba en la primaria, y aunque no tengo muy claro como fue el llegar a
serlo, lo que sí tengo presente es que todo aquello era más un juego que una
verdad. Con el paso de los años ese sentimiento fue cambiando hasta que algunas
experiencias llegaron a ser todo lo
contrario.
“<<Y yo sabía
perfectamente qué quería decir con lo de las vacaciones. Sabía que no quería
verme en todo el mes porque estaría con otra mujer. […]” (p.229)
También recuerdo momento
como el de la anterior cita en donde algún novio me pedía tiempo, o yo le pedía
tiempo. Ahora me pregunto ¿ese tiempo realmente para qué era? Claro que para
conocer a otras personas o simplemente una escusa para terminar con la relación
y empezar algo nuevo con otra.
La inmadurez
emocional a una edad temprana, aunque para algunas personas nunca llega tal, es
la que nos lleva a buscar y desear conocer y conocer a más personas para algún
día encontrar el verdadero amor. Pero esto cambia con el paso de los años, de
ingenuo para a ser perverso. Y tu ¿pides tiempo aún?[1]
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