Día 365+66
Comentando lo que me despierta la lectura de:
Feranka, Paul: El Vidente. México, Planeta (Serie de Oro), 1992.
Feranka, Paul: El Vidente. México, Planeta (Serie de Oro), 1992.
A veces, en especial en los momentos de largos
pensamientos, me pongo a pensar y preguntar si aquello del llamado Karma será
verdad. Si pensamos que es una “[…] <<ley>> cósmica de retribución,
o de causa y efecto. […][1]
entonces podemos decir que claro que existe, independientemente de nuestras
creencias religiosas o espirituales, porque toda acción conlleva una reacción, entendiendo
por lo tanto que todo acto tiene una consecuencia.
“-No somos
responsables de los Karmas de los demás.[…].” (p.90)
Es difícil de creer que esto pueda ser así, pero es
verdad. Cada uno de nosotros es responsable de sus actos, no de los demás. Las
consecuencias de nuestros actos, negativos o positivos, son nuestras y de nadie
más. Por desgracia en algún tiempo, tal vez no de forma intencional, llegamos a
afectar a terceros, como puede ser el caso de los hijos.
Yo deseo de todo corazón el poder deshacerme me todo
karma dañino, pero he de confesar que no sé cómo. Algo dentro de mí me empuja a
querer salir de todo aquello que me lleva a consecuencias no correctas, pero la
verdad no sé cómo deshacer el nudo. ¿Qué hacer? Ya lo había pensado: meditar. [2]
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